El descenso hormonal no es exclusivo de las mujeres. Los especialistas en andrología y urología coinciden en que los hombres, en distintos grados, atraviesan un proceso progresivo de disminución de testosterona.
Este fenómeno, conocido como andropausia, recibe el nombre médico de hipogonadismo masculino de inicio tardío y presenta características diferentes a la menopausia femenina: no aparece de forma abrupta ni afecta a todos los varones por igual.
Sin embargo, especialistas consultados por Infobae remarcaron la importancia de identificar los signos, establecer un diagnóstico preciso y analizar con cautela las opciones de tratamiento.
“La disminución de testosterona inicia silenciosamente cerca de los 35 a 40 años y los síntomas suelen ser más frecuentes entre los 45 y 55 años”, comenzó a explicar el médico urólogo especialista en cirugía laparoscópica y robótica y jefe de Uro Oncología del Hospital Alemán, Gonzalo Vitagliano (MN 102.007).
El descenso es paulatino y, a diferencia de la menopausia, carece de un corte súbito. En ese sentido, el médico urólogo y andrólogo Omar Layus (MN 93.525), jefe de la sección Andrología y Microcirugía del servicio de Urología del Hospital Italiano de Buenos Aires aclaró: “A diferencia de las mujeres, que llegan a la menopausia alrededor de los 50 años, el hipogonadismo masculino solo afecta a algunos hombres. Hay hombres de 80 años con testosterona normal y otros de 50 que presentan la condición”.
Síntomas y signos: cómo reconocer la baja de testosterona

La reducción de la testosterona puede reflejarse en aspectos sexuales, metabólicos, emocionales y cognitivos. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la disminución del deseo sexual, pérdida de las erecciones matinales, fatiga persistente, incremento de grasa abdominal y reducción de masa muscular. También son habituales los cambios en el ánimo, irritabilidad, desmotivación y dificultad para concentrarse, según puntualizó Vitagliano.
Layus sumó: “El paciente puede manifestar sofocos, decaimiento, lentitud mental y carácter irascible. Suele sentir que le cuesta empezar el día y atribuirlo a depresión o estrés, cuando también podría tratarse de hipogonadismo”. Este concepto es clave porque no todos los hombres con baja testosterona tienen síntomas y, a la vez, no todos los síntomas obedecen solo a causas hormonales.
Mariano Cohen es jefe de la Sección Andrología del Hospital de Clínicas de Buenos Aires (MN 91.056) y en diálogo con este medio señaló: “La libido y el deseo sexual pueden alterarse por varios motivos, no únicamente hormonales. A menudo consultan hombres que creen tener andropausia y en realidad atraviesan problemas emocionales”.
La baja de testosterona también puede comprometer otras funciones corporales. Cohen detalló que los hombres con este cuadro detectan menor crecimiento de la barba, más cansancio y menos deseo sexual, aunque esto no implica necesariamente ausencia de erección. En casos avanzados se pueden presentar signos de osteopenia y problemas metabólicos.
Diagnóstico: cuándo consultar y qué estudios se indican

El diagnóstico del hipogonadismo masculino de inicio tardío combina síntomas clínicos y resultados de laboratorio. Vitagliano aclaró que el proceso comienza con la evaluación de síntomas compatibles, como baja libido, falta de energía y disminución de erecciones matinales. “No diagnosticamos andropausia sólo por síntomas ni solo por un valor aislado de testosterona”, explicó.
Los análisis recomendados incluyen testosterona total y libre, SHBG, LH, FSH y prolactina. Al respecto, Layus afirmó: “Para el control, es necesario solicitar un perfil hormonal con testosterona total, testosterona biodisponible y prolactina. También se evalúa el antígeno prostático específico”. Si la testosterona es inferior a lo normal, el protocolo exige repetir la medición para confirmar el diagnóstico.
La evaluación debe descartar otras causas secundarias como apnea del sueño, depresión, obesidad y el uso de ciertos medicamentos. Vitagliano destacó la importancia de “descartar factores como estrés, obesidad o fármacos que puedan repercutir en la función hormonal”. Según los expertos, un control urológico y andrológico a partir de los 50 años permite detectar el trastorno precozmente y prevenir complicaciones.
Tratamientos disponibles y criterios de intervención

El abordaje del hipogonadismo incluye desde modificaciones en el estilo de vida hasta el reemplazo hormonal, reservado a casos concretos y bajo vigilancia médica estricta. Vitagliano advirtió que no todos los hombres con testosterona baja requieren medicación; sólo se considera la terapia farmacológica si los síntomas y la baja fueron acreditados por laboratorio.
La terapia de reemplazo con testosterona puede administrarse mediante gel transdérmico, inyecciones de depósito, cápsulas o pellets subcutáneos, según disponibilidad. Layus explicó que “el gel se usa a diario, lo que resulta fisiológico dada la variación circadiana de la testosterona. La inyección intramuscular se indica cada tres meses”.
Se documentaron beneficios como incremento del deseo sexual, mayor energía, mejoras en el ánimo, incremento de masa muscular, reducción de grasa abdominal y aumento de densidad ósea. Layus señaló que el tratamiento “mejora el nivel cognitivo, el carácter, la masa muscular y reduce la masa grasa, fortaleciendo los huesos y evitando la osteoporosis”.
Sin embargo, la terapia hormonal conlleva riesgos: “Está contraindicada en cáncer de próstata activo, puede aumentar el hematocrito y empeorar la apnea del sueño, y suele reducir la fertilidad”, añadió Vitagliano. Por eso, el control periódico con estudios de PSA y perfil hepático es obligatorio.
Para quienes desean preservar la fertilidad, existen alternativas como el clomifeno o la hCG, que estimulan la producción natural de testosterona, según detalló Vitagliano.
Prevenir y minimizar síntomas: el impacto del estilo de vida

Los especialistas resaltaron el papel central que tienen los hábitos para prevenir o retrasar los síntomas del hipogonadismo masculino. Vitagliano señaló que gran parte de los síntomas atribuidos a la “andropausia” derivan de factores modificables. Entre las recomendaciones principales figuran el ejercicio de fuerza, el mantenimiento de un peso saludable, una alimentación equilibrada, el descanso adecuado y el manejo del estrés. Layus sintetizó: “La prevención es posible con actividad física, alimentación saludable y control del peso, porque la grasa abdominal afecta los valores de testosterona”.
La evidencia muestra que los cambios en el estilo de vida permiten aumentar hasta un 30% los niveles hormonales, según algunos estudios. Cuanto más saludables son los hábitos, más tarde y con menor intensidad aparecen los síntomas.
La andropausia no es un destino ineludible sino un fenómeno progresivo, cuyo impacto depende en gran medida del estilo de vida, el control clínico y la intervención oportuna.








































































