El apagón general del 11 de noviembre de 2025 reabre el debate sobre la estabilidad del sistema eléctrico de República Dominicana y recordó que, aunque el país ha reducido de forma notable los cortes nacionales en las últimas décadas, a la fecha no está ajeno al riesgo de enfrentar salidas totales del servicio.
El evento, que paralizó por horas el transporte, las industrias y el comercio, servicios hospitalarios, entre otros, se convirtió en el primero de alcance nacional en cinco años y el número 89 en los últimos 37, según los registros oficiales del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI).
La interrupción, ocurrida poco después del mediodía del martes y normalizada alrededor de las dos de la madrugada del miércoles, provocó el colapso temporal de actividades industriales, comerciales y de servicios, además de un caos en el transporte urbano y el cierre forzoso del Metro de Santo Domingo. Miles de personas tuvieron que regresar a sus hogares caminando o a bordo de motoconchos, en medio de una ciudad completamente congestionada.
De acuerdo con la Empresa de Transmisión Eléctrica Dominicana (ETED), la causa inicial estuvo en la salida simultánea de las unidades de generación de la Compañía de Electricidad de San Pedro de Macorís (CESPM) y la Central Eléctrica Quisqueya. El evento, ocurrido en cadena, desconectó sucesivamente otras plantas y dejó sin energía a todo el país durante horas. La Superintendencia de Electricidad confirmó que se trató del primer blackout nacional en cinco años.
La explicación de Celso
El presidente del Consejo Unificado de las Empresas Distribuidoras de Electricidad (CUED), Celso Marranzini, explicó que el sistema se vio afectado por la inestabilidad derivada de una elevada proporción de generación solar, que ese día alcanzó un 40% del total. Señaló además que la falta de baterías y de técnicos especializados agrava la vulnerabilidad ante situaciones de ese tipo. “El hecho de que no haya habido apagones en siete años indica que el sistema se ha robustecido”, expresó, aunque admitió que la situación requiere una evaluación técnica profunda. El blackout de 2025 se suma a una larga lista de interrupciones totales registradas desde finales de los años ochenta. En casi cuatro décadas, el país ha experimentado al menos 89 apagones generales (con el de este semana). Estos cortes han tenido impactos directos en la economía, que afectan desde la producción industrial hasta los servicios esenciales, con pérdidas que en cada caso se miden en millones de pesos.
El repaso histórico muestra una etapa inicial de fuerte inestabilidad. En 1988 se registraron nueve salidas totales del sistema, y al año siguiente, 1989, la cifra subió a doce, el mayor número en todo el período analizado. En 1990 hubo siete, y en 1991 no se reportaron cortes. El 1992 cerró con tres salidas generales, y 1993 con una sola. En 1994 volvieron los problemas, con tres apagones en el año, mientras que 1995 y 1996 tuvieron cuatro cada uno, consolidando una etapa de inestabilidad estructural en la red.
El 1997 presentó dos salidas, y el 1998 apenas una, marcando un leve respiro. Sin embargo, 1999 repitió con dos cortes, y el año 2000 fue uno de los peores en términos de frecuencia, con ocho apagones generales. En los primeros años del siglo XXI la situación mejoró parcialmente: en 2001 se registraron cinco, en 2002 hubo cuatro y en 2003 también cuatro. El 2004, sin embargo, se convirtió en un punto crítico, con diez salidas del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI), la cifra más alta desde 1989, afectando los servicios esenciales.
A partir de ahí se inició una tendencia de moderación. En 2005 hubo cinco salidas, mientras que en 2006 el sistema operó sin apagones totales. En 2007 se produjo una sola salida, y en 2008 no se registraron interrupciones generales. 2009 cerró con dos, y 2010 y 2011 fueron años estables, sin cortes totales reportados. El 2012 marcó un retroceso con una salida, mientras que 2013 y 2014 transcurrieron sin incidentes de magnitud.
El inicio de los trabajos de la Central Termoeléctrica Punta Catalina en 2014 marcó el comienzo de una etapa de mayor estabilidad. Con la entrada en operación de sus unidades principales, la generación se diversificó y se redujo la probabilidad de colapsos totales. En 2015 solo se produjo un blackout, y desde entonces, la frecuencia de estos eventos disminuyó a cero.
Las interrupciones de esos años fueron regionales y se debieron a mantenimientos programados o fenómenos climáticos en el Este y el Cibao. Este período sin cortes nacionales fue el más largo de estabilidad desde que se tienen registros sistemáticos. El apagón del 11 de noviembre de 2025 rompió esa racha positiva. Aunque el servicio fue restablecido en menos de 14 horas, el impacto fue inmediato en todos los sectores.

La rápida coordinación de la que hablan las EDE
Ayer, las empresas distribuidoras Edesur, Edenorte y Edeeste destacaron la rápida y coordinada respuesta ante el apagón general, originado por una falla técnica en la subestación de San Pedro de Macorís.
Indicaron que gracias a la pronta intervención de la ETED y del personal técnico de las EDE, el sistema recuperó su estabilidad en pocas horas, iniciando de inmediato la reconexión de las unidades generadoras.
Las distribuidoras reconocieron el trabajo continuo de sus equipos en la normalización de los circuitos y valoraron la cooperación interinstitucional que permitió restablecer el servicio a nivel nacional en menos de 14 horas. También resaltaron la transparencia y oportunidad de la información ofrecida por las autoridades en el evento, lo que, según expresaron, fortaleció la confianza de la ciudadanía en el sistema eléctrico. Reiteraron que siguen trabajando por un servicio más estable.































































