La persecución de los judíos por parte de Adolf Hitler tuvo raíces ideológicas, políticas y personales profundamente enraizadas en su visión del mundo. Desde sus primeros años en Viena, Hitler fue influenciado por el antisemitismo racial que circulaba en ciertos sectores de la sociedad europea. A diferencia del antisemitismo religioso tradicional, el de Hitler no se basaba en creencias espirituales, sino en la idea de que los judíos representaban una raza inferior y peligrosa que contaminaba la pureza del pueblo alemán.
Para Hitler, los judíos eran el enemigo interno por excelencia. Los culpaba de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, promoviendo la teoría conspirativa de la "puñalada por la espalda", según la cual Alemania fue traicionada desde dentro. También los acusaba de estar detrás del comunismo internacional y del capitalismo financiero global, presentándolos como los responsables tanto de las revoluciones de izquierda como de las crisis económicas. Esta narrativa le sirvió para unificar a sus seguidores contra un enemigo común. La ideología nazi convirtió el antisemitismo en una política de Estado.
Una vez en el poder, Hitler promovió leyes raciales como las de Núremberg, que privaron a los judíos de sus derechos civiles, les prohibieron casarse con alemanes no judíos y los excluyeron de la vida pública. Lo que comenzó como una discriminación sistemática derivó rápidamente en aislamiento, deportaciones masivas y, finalmente, exterminio. La persecución no era solo social o legal: era un proceso escalonado que culminaría en el Holocausto.
El odio de Hitler hacia los judíos no fue un elemento aislado de su pensamiento, sino el núcleo de su cosmovisión. En su obra Mein Kampf, ya advertía sobre su intención de eliminar la “influencia judía” de Alemania. A lo largo de su régimen, esta obsesión se transformó en una maquinaria de muerte con campos de concentración y exterminio. El antisemitismo hitleriano no solo destruyó millones de vidas, sino que marcó para siempre la historia de la humanidad como uno de los crímenes más atroces jamás cometidos.