Juan Ignacio Rubiolo, vicepresidente ejecutivo y presidente de Infraestructura Energética de AES, explica por qué el país se convirtió en el nodo logístico energético de mayor resiliencia regional y, por ende, en puerto seguro para capital estratégico
En un entorno global marcado por tensiones energéticas, competencia por combustibles de transición y la reconfiguración de las cadenas logísticas de gas natural, la República Dominicana ha emergido como un caso singular en el Caribe y AES Dominicana como parte de los arquitectos de esa nueva logística energética regional.
“Dominicana está en un lugar muy distinto del que estuvo hace veinte años”, explica Juan Ignacio Rubiolo, vicepresidente ejecutivo y presidente de Infraestructura Energética de AES en mercados internacionales. Una afirmación que describe un proceso poco visible fuera del sector, pero decisivo: el país ha logrado convertir infraestructura en estrategia, y estrategia en una ventaja competititiva que lo posiciona como el nodo energético más confiable del Caribe.
Asegura Rubiolo que la transformación silenciosa durante las últimas dos décadas ha coincidido con una mayor dependencia de la región del Gas Natural Licuado (GNL) y con el ascenso de Estados Unidos como principal exportador mundial. A diferencia de la mayoría de los países del área, el país no enfrenta el desafío de construir su primera infraestructura de gas; ya completó ese ciclo, invirtió de forma sostenida y ahora se prepara para capitalizar su posición.
Ese liderazgo, a su juicio, no surgió por casualidad. Se construyó sobre un marco regulatorio estable, inversiones constantes y un proceso largo de modernización que coincidió con el auge de las energías renovables en la región. “El resultado es un sistema más resiliente, con bases técnicas capaces de sostener el crecimiento económico, la incorporación acelerada de energía solar y la demanda creciente de industrias que requieren energía estable y precios predecibles”.
El fundamento invisible
Una de las características que más aprecia Rubiolo del desempeño energético dominicano es la continuidad regulatoria. Sostiene que, a diferencia de otras economías latinoamericanas, donde los ciclos políticos reescriben con frecuencia las reglas del juego, República Dominicana ha mantenido un marco que permite planificar inversiones a largo plazo, financiar infraestructura compleja y sostener operaciones de escala regional. Para un sector intensivo en capital, con horizontes de recuperación de dos décadas o más, esa estabilidad es un activo tan valioso como los propios tanques de almacenamiento o las plantas de generación.
Rubiolo lo describe con una claridad que revela la perspectiva de un operador con décadas en la región: “Cuando uno mira la evolución del país y cómo fue ejecutando una visión de largo plazo, entiende por qué Dominicana está donde está”. Su diagnóstico no pretende ser un elogio, sino una constatación técnica: un sector energético solo puede escalar cuando la institucionalidad acompaña y cuando los marcos regulatorios permiten recuperar inversiones sin sobresaltos.
Asegura que esa estabilidad explica por qué más de 3,000 millones de dólares han ingresado al sector en los últimos años, incluidos más de 500 millones solo de AES, y también por qué el país ha logrado completar activos estratégicos que requieren años de planificación y ejecución.
Plug and Play: ventaja operativa
La infraestructura de gas natural dominicana se ha convertido en un caso de estudio para inversionistas, operadores y autoridades energéticas de la región. El país no solo cuenta con dos tanques de almacenamiento de gran escala (el de 160,000 m3 de AES Dominicana y el de 120,000 m3 de ENADOM), sino que posee un sistema de operación flexible capaz de suplir alrededor de 2,000 MW de generación y de incorporar hasta 2,000 MW adicionales sin necesidad de nuevas terminales.
Es esta característica la que expertos del sector describen como una plataforma Plug and Play: una infraestructura que no requiere grandes obras nuevas para habilitar proyectos futuros, sino que permite a inversionistas reducir CapEx, entrar más rápido al mercado y mitigar riesgos de construcción. En términos económicos, este modelo genera un arbitraje directo de tiempo y capital que pocos países del Caribe o Centroamérica pueden ofrecer.
Para Rubiolo, el valor no está solo en la capacidad instalada, sino en la lógica con la que fue diseñada: “La inversión más rentable siempre es maximizar la infraestructura que ya existe”.
Ese enfoque también explica por qué funcionarios estadounidenses han visto en República Dominicana una plataforma inmediata para facilitar la exportación de GNL hacia la región. La ventaja logística del país, conectada al mercado norteamericano, hoy el más competitivo del mundo en precios de GNL, crea un corredor energético que beneficia no solo al sistema dominicano, sino a países que aún carecen de infraestructura propia.
GNL, pilar geopolítico
En cuanto al Gas Natural Licuado (GNL), Rubiolo sostiene que éste se ha convertido en un instrumento estratégico para Estados Unidos, un factor de seguridad energética para el Caribe y un complemento indispensable para la transición hacia renovables. Y la República Dominicana, sostiene, está situada justo donde convergen esas tres dinámicas: a medio camino entre el principal exportador global y una región dependiente de combustibles caros y contaminantes.
“Su posición geográfica, combinada con infraestructura madura, ha transformado al país en un punto de integración hemisférica. Además, la complementariedad entre el gas natural y la energía renovable explica por qué el sistema dominicano ha crecido sin comprometer su estabilidad: el gas aporta flexibilidad para compensar la intermitencia solar, mientras que nuevas tecnologías como la batería de 139 MW, la mayor del Caribe y que estaremos instalando en 2026, preparan al sistema para absorber aun más energía limpia”.
En cuanto a las perspectivas a futuro, Rubiolo sostiene que República Dominicana ha construido un sistema energético que combina estabilidad institucional, infraestructura adelantada y una arquitectura de transición realista. Esta combinación la posiciona como un proveedor confiable en un Caribe que enfrenta presiones crecientes de demanda, costos y volatilidad externa.
