Diálogo entre FMI y Gobierno: un camino que ilumina

En este recorrido hemos hecho varias pausas para subrayar la importancia de la coordinación de las políticas fiscal y monetaria para asegurar la estabilidad como cimiento del crecimiento económico nacional. Sin remontarnos demasiado en el tiempo, recordemos solo tres de esos momentos.

Primero. El 19 de noviembre de 2024 señalábamos, cuando apenas soplaban los primeros vientos de discordia entre el presidente Donald Trump y el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, que la coordinación es la llave maestra para conducir una política económica que propicie crecimiento con estabilidad de precios. Así lo han entendido, con lucidez, el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, y los presidentes que ha tenido nuestro país en las últimas décadas.

Segundo. El 21 de abril de este año destacábamos que la República Dominicana, a pesar de ser una nación pequeña, podría erigirse para Estados Unidos como ejemplo de armonía entre la política monetaria y la fiscal, simbiosis que ha dado frutos en un largo ciclo de crecimiento sostenido y estabilidad de precios.

Tercero. El 1 de julio, en momentos en que el presidente Trump presionaba para forzar una reducción de tipos de interés, advertíamos que la Reserva Federal no debía claudicar ante presiones: “Ni sometida ni omnipotente: el justo papel de la Fed”.

Hoy, en el caso dominicano, celebramos que se busque transitar por esa misma senda. Resulta particularmente significativo que, al recibir la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), encabezada por su jefe, Ricardo Llaudes-, en un contexto de persistente incertidumbre internacional para el próximo año, tanto el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, como el ministro de Hacienda, Magín Díaz, hayan expresado “la voluntad conjunta de ambas instituciones de estrechar la colaboración, asegurando el compromiso con la estabilidad macroeconómica y la ejecución de una política fiscal prudente”.

Ese compromiso, verdadero oro en tiempos de adversidad externa, debe irradiar confianza entre los agentes económicos. Porque cuando los precios se mantienen firmes, florece la certeza y la prosperidad echa raíces. Y porque la prudencia fiscal, entendida como el arte de sembrar con mesura para cosechar sin sobresaltos, es siempre un acto de sabiduría económica.

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