Las pozas claras de Guayabal: tinas y charcos que invitan al baño

Forman parte de los atractivos naturales del municipio azuano, lugar de inicio –o destino- de una de las rutas ecoturísticas favoritas de los monteros locales.

En el lecho del río Guayabal, a su paso por el costado oeste del municipio que lleva su nombre, en el noreste de Azua, se forman tinas de aguas transparentes que inspiran más que un viaje.

Las aguas poco profundas del río corren “a ras de tierra” a lo largo de unos 10 kilómetros, así que varias pozas terminan dibujadas con piedras de diversos tamaños que acorralan el agua y permiten el baño.

¿Algunas de las más grandes y visitadas? De sur a norte, caminando río arriba: el charco que da la bienvenida al pueblo, sobre el puente ubicado a unos 200 metros de la confluencia donde el río Guayabal entrega sus aguas al río Las Cuevas; el charco junto al puente de palos que enlaza el norte del centro urbano con la carretera que conduce a la comunidad El Palmar, a unos 700 metros de la confluencia; el Charco de los Granos, unos dos kilómetros más adelante; La Tina, siete kilómetros después si seguimos siempre sobre el lecho del río; y el charquito de las aguas termales, a unos nueve kilómetros de recorrido.

Algunas de las pozas a lo largo del río GuayabalYANIRIS LÓPEZ/LD

 

Con sus minúsculas cascadas que emergen de las piedras, la pequeña poza de aguas calientes es uno de los mayores atractivos naturales del municipio azuano que vive una especie de bonanza económica gracias al aguacate. ¿Tendrá que ver que este cultivo, que necesita de tanta agua, con la disminución del cauce del Guayabal?

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